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La Logoterapia y su importancia en la práctica médica

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Por Dr. Antonio Cerritos, Médico Logoterapeuta

 

“… no es fácil exponer la riqueza de sentido que alberga el sufrimiento…”
Viktor Frankl

 

El ejercicio de la medicina está matizado por situaciones extremadamente dolorosas y por situaciones muy reconfortantes y satisfactorias. Va de la muerte a la vida y de regreso, pasando por dolores, cansancios, sufrimientos, gozos y a veces culpas.

Las expresiones de alegría, dolor, angustia, llanto y descanso de los pacientes acompañan el quehacer cotidiano en la clínica y hay que “protegerse” de esos embates de humanidad, con la consigna de no perder el control y la objetividad necesaria para el impecable ejercicio de la profesión. Bastante se lidia ya con los horarios, metas y administración como para dejarse afectar por asuntos que se consideran, a veces, fuera del ámbito profesional: ni más ni menos que el sufrimiento humano.

Pero, en cuanto se tiene una oportunidad y no es desaprovechada, a pesar de la apatía o de los sistemas de salud que en muchas ocasiones impiden dedicar un tiempo mayor a la atención del paciente, una consulta puede convertirse en algo muy particular, tanto para el paciente, como para el médico que rompió una inercia y se atrevió a escuchar, a mirar a los ojos de la persona que tiene enfrente, en ese momento algo fluye de extraña manera una “meta-comunicación”, una suerte de acuerdo ancestral que rompe con la distancia, cimienta la comprensión y acompaña silenciosamente.

Cada vez que se puede hacer esto en medio de la vorágine de la atención institucional, la relación médico-paciente adquiere un matiz añorado, un pincelazo de aquella respetada relación médico-familia que es en esencia una relación de persona a persona. En esta experiencia ambos son enriquecidos: el médico porque encuentra o redescubre el sentido de su hacer, y el paciente porque se siente considerado y valorado.

¿Cuántas veces los maestros mencionaron que en ocasiones sólo era necesario escuchar al paciente? ¿En qué momento se dejó en segundo término la “otra esfera”, el otro componente del ser humano? ¿Por qué no se hace caso de los textos clásicos de la psicología médica que recomiendan atender al paciente como lo que es: un ser humano digno?

Desde la perspectiva existencial, desde el análisis existencial (soporte teórico y metodológico de la Logoterapia) se concibe al ser humano como un ente compuesto por tres grandes esferas: biológica, psíquica y noética. Las dos primera atienden al concepto de que el ser humano es bio-psico-social. La esfera noética concibe algo más en el ser humano: la parte trascendente, lo transpersonal, el “noos” o espíritu.

* Tomado de ‘Atención Familiar’, órgano de difusión del Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la UNAM, número de Septiembre-Octubre de 2002, escrito por Antonio Cerritos, Médico Logoterapeuta

Se entiende que la medicina actual aborda integralmente al paciente, hace hincapié en que no sólo lo biológico o lo genético es determinante para la salud, dice que es menester atender también a lo psíquico y lo social, y esto es un gran avance, pero queda un sabor a poco, a que falta algo, a que un área no ha sido suficientemente explorada, o que ha sido tratada con una metodología distinta al paradigma científico actual.

Abundan las situaciones, los hechos y las evidencias que hacen notar que existe otra área en el ser humano, ¿cuál es? ¿de qué se compone? ¿cómo está conformada? ¿cuáles son sus señales? Han sido muchos médicos, psicólogos y filósofos que buscan configurar, redescubrir esa otra parte, uno de ellos fue Víctor E. Frankl, neurólogo y psiquiatra de principios del siglo 20, quien pasó en su formación del Psicoanálisis a la Psicología Individual; aprendió que según Freud el ser humano busca el placer y que según Adler el ser humano busca el poder. Él consideró sin embargo, que además de esos dos anhelos, el ser humano busca sentido, el sentido de su vida, la razón de su existir, el porqué de su vida, de la vida, el para qué de la existencia.

¿Qué sentido tiene la vida? ¿Porqué estamos en este mundo? ¿Qué misión velada y particular hay en vivir, en ser, en existir? ¿Realmente tiene sentido vivir? Estas preguntas le asaltaban al Dr. Frankl y buscó las respuestas en los referentes científicos disponibles: Freud, Adler, Jung, Binswagner y Allers; las buscó también en los referentes filosóficos: los existencialistas Scheler, Hartman, Heidegger y Jaspers, entre otros.

Pero más bien las encontró cuando fue apresado y llevado al campo de concentración nazi, primero al de Theresienstadt (Terezín) en septiembre de 1942, en el que pasó de ser el director de la clínica neurológica del Rothschildspital de Viena, a ser el prisionero No. 119.104, y después cuando en octubre de 1944 es trasladado al campo de Auschwitz-Birkenau hasta su liberación el 27 de abril de 1945.

Allí, en esas condiciones infrahumanas, viviendo situaciones innombrables y extremas, el Dr. Frankl encontró y reafirmó lo que buscaba: cuál era el sentido de su vida, de su existencia, y logró conformar el Análisis Existencial y la Logoterapia, llamada “Tercera escuela vienesa” y logró “humanizar” la psicoterapia.

La vivencia de experiencias que agotaban el espíritu humano por la crueldad y la deshumanización de la vida en los campos de concentración, la permanente cercanía de la muerte, el aspirar el humo que salía de las chimeneas de las cámaras de cremación, la inminencia de las cámaras de gas, el abandono de la mayoría cuando se lanzaban al alambrado (la forma más frecuente de suicidio), la pérdida del sentido del tiempo, la incomunicación, la desesperanza, el frío, el cansancio, el hambre, la insalubridad, la apatía inmensa, el asco y la nausea, la insensibilidad progresiva, el dolor, en fin, todas las atrocidades vividas en esta experiencia, hicieron que el Dr. Frankl reconociera ciertos procesos de la conciencia humana.

Encontró que si atesoraba una esperanza, un porqué, una idea de que alguien lo esperaba, de que ese sufrimiento no iba a ser eterno, podría resistir hasta el último momento. Encontró que en medio de la insensibilidad por el dolor extremo, el ser humano se puede refugiar en una basta área que tiene a su disposición en cualquier instante: su medio interior, su vida interna que lo salva del quiebre psicológico y le preserva la vida. Descubrió que el ser humano tiene siempre y ante cualquier circunstancia, una íntima y verdadera libertad: poder elegir cómo vivirla, decidir sobre la forma de afrontar esa circunstancia, por más extrema y dolorosa que pueda ser.

Observó aspectos como la increíble resistencia del cuerpo, y encontró que en medio de la nada, surge el interés religioso caracterizado por la vivencia del amor por alguien (su esposa), por la riqueza de lo que se ha hecho en el pasado, la contemplación de la naturaleza, el reconocimiento del arte, la cualidad única del ser humano: el humor, y el trozo de soledad en que se encontraba a sí mismo llenándose de identidad y de valía, a pesar de la intransigencia y ser golpeado por el capataz.

Es esa la otra área, la otra esfera del devenir humano que va más allá de lo psicodinámico y que no es determinada ni por lo biológico ni por lo psíquico, es la esfera del espíritu, es el terreno del “noos”, de lo trascendente que está más allá de la personalidad y que sin embargo la contiene.

Es lo que hace la diferencia entre un proceso de curación de un paciente y otro, es lo que le da ánimo para seguir y soportar las dolencias y las incapacidades, es lo que lleva armonía al núcleo familiar a pesar de la enfermedad, es lo que da consuelo ante lo irremediable.

En medio del pesar del paciente, si se le mira a los ojos, si se le interpela y se le considera, se le infunde ánimo y se le invita a “tomar postura” respecto de su propio padecimiento, quizá no puede decidir no tenerlo, pero sí puede decidir cómo afrontarlo, quizá sea irremediable su sufrimiento, pero sí puede elegir la forma de llevarlo, quizá es un enfermo, pero no ha dejado su dignidad de humano.

La actitud del médico, el infundir respeto y ánimo, el proceder conciente de sus maniobras, la delicadeza y discreción de su trato, contagian al paciente de una extraña fuerza que le llama a trascender su momento y superar esa etapa de su vida. Al propio médico le lleva a reafirmar su vocación de servicio, su situación en el mundo. Incluso cuando el médico falla, cuando comete un error, cuando se llena de remordimiento y los fantasmas de la culpa merodean por su conciencia, el análisis existencial recomienda tomar distancia y prepararse para enmendar los daños.

Cómo vivo las crisis, cómo afronto los retos, cómo resuelvo problemas, cómo acepto situaciones inamovibles, cómo respondo al desafío que es vivir, cómo acompaño, sostengo y apoyo a los que sufren, depende de qué dirección y qué propósito le he dado a mi vida. De la naturaleza del sentido que descubro en la vida, para mi vida, depende la forma en como trasciendo etapas y crezco como humano.

Cuando surge en el horizonte la frustración y el vacío existencial, la carencia de sentido, la sensación de insatisfacción, de no pertenencia, de haber abandonado los anhelos más profundos, la Logoterapia es el procedimiento indicado por Frankl para orientar hacia el valor, hacia el sentido, hacia la trascendencia, trabajando de a poco, día con día, para conquistarlo. Esa lucha, esos actos, dignifican al ser y lo hacen libre de su propia circunstancia. Encontrar el sentido, el para qué de la vida, hace soportable cualquier experiencia.

La Logoterapia entonces, tiende un puente que une al proceso salud-enfermedad con la plenitud existencial, relaciona el proceso de curación con una vida llena de sentido, y hace crecer la esperanza en una vida cada vez más profunda, plena e intensa.

 

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Bibliografía

1. Frankl V. Psicoanálisis y existencialismo. De la Psicoterapia a la Logoterapia. FCE. México. 1990.

2. Frankl V. El hombre en busca de sentido. Herder. Barcelona. 1989.

3. Frankl V. La presencia ignorada de Dios. Herder. Barcelona. 1988.

4. Frankl V. Logoterapia y Análisis Existencial. Textos de 5 décadas. Herder. Barcelona. 1990

5. Pareja G. Viktor E. Frank. Coyoacán. México. 1998.

6. Brito L R. Los nuevos caminos de la libertad. Del Psicoanálisis a la Logoterapia. Diana. México. 1998.

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  • Escucha las entrevistas a Alejandro de Barbieri, logoterapeuta uruguayo en el programa "Historias sentidas". Temas interesantes como "El miedo a la intimidad", "El miedo a la muerte", "Masculinidad en crisis", entre otros. ¡Felicidades Alejandro! Haz click en: http://www.logoterapia.com.uy/radio-tv-fotos/historias-sentidas

  • El hombre en busca de sentido. En la Biblioteca del Congreso de E.U,A, en Washington, D.C., aparece este título en la lista de los 10 libros que han tenido más impacto en la humanidad. En esta obra plantea Viktor Frankl el aspecto central de la Logoterapia.

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5 comentarios

  1. Muy accesible el lenguaje y sintetizado el mensaje; la logoterapia rehumaniza el papel del medico y da una respuesta a la desesperanza Gracias por compartir su experiencia de manera clara y concreta doctor.

  2. Dr. Cerritos, me pareció muy interesante tu artículo, sobre todo para dar consejo y fortaleza a las personas que atraviesan situaciones de crisis en nuestra práctica profesional diaria. Espero puedas comunicarte a mi e-mail: gabyzazueta@hotmail.com

  3. GRACIAS dOCTOR cERRITOS, ES MUY IMPORTANTE SABER QUE TODAVÍA EXISTEN DOCTORES FAMILIARES, COMO LOS DE ANTES, QUE CURAN EL CUERPO, EL ALMA Y EL ESPÍRITU. DOCTOR-LOGOTERAPEUTA

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