Interesante reflexión tomada de la revista de psiquiatría Medscape: La normalización de la violencia y la psicopatología.
El crimen masivo en El Paso, Texas, Estados Unidos, originó desafortunadas declaraciones que provocaron una extraña sensación entre los profesionales de la salud mental ya que dejan muchas dudas en el aire. ¿Los videojuegos son causantes de la violencia o es la enfermedad mental la que aprieta el gatillo?
Un riguroso estudio publicado este año, en un argumento derivado de un estudio nacional en Reino Unido en adolescentes, afirma que no existe relación entre la violencia y los videojuegos.[1]
Sin embargo, quien lea detalladamente las conclusiones sabrá que dicha afirmación parte de una aclaración estadística.
Videojuegos, violencia… ¿qué más?
Más de la mitad de adolescentes utiliza videojuegos violentos. La relación de estos con la violencia para una proporción tal no es significativa. Tampoco lo es el asesinato en masa, en comparación con la población mundial o el número total de adolescentes, sin embargo, dicha afirmación merece ser discutida.
Los videojuegos evidentemente no son la causa de enfermedad mental ni de la violencia. No particularmente, pero también forman parte de este fenómeno multifactorial; y tampoco es adecuado pensar que esta normalización de la violencia no tiene efecto alguno.
Los videojuegos no son responsables de ninguna matanza. La enfermedad mental no es responsable de ninguna matanza. Sí lo es una serie de factores ubicados a diferentes niveles dentro del desarrollo de la persona.
No solo la genética, la personalidad, la familia, la psicopatología previa, la exposición a la violencia, la «supremacía racial», el odio, la exposición a la violencia en los videojuegos o la agresión en la adolescencia. Es todo.
Otro estudio Shao y Wang, de este mismo año publicado en Frontiers in Psychology encontró una correlación significativamente positiva entre la exposición a videojuegos violentos y la agresión adolescente, corroborando los estudios previos de Anderson en 2004 y 2010, DeLisi en 2013 y Greitemeyer y Mugge, 2014.[2,3,4,5,6] Los resultados mostraron que la exposición a los videojuegos violentos está positivamente relacionada con la agresión en los adolescentes.[2]
Las creencias normalizadas sobre la agresión tienen un efecto mediador en la exposición a los videojuegos violentos y la agresión, mientras que el entorno familiar regula la primera parte del proceso de mediación.
Esto es, para las personas con buen ambiente familiar, la exposición a videojuegos violentos solo tiene un efecto directo sobre la agresión. Sin embargo, para aquellos con un entorno familiar pobre, existe un efecto indirecto mediado por creencias normalizadas sobre la agresión junto con un efecto directo.
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