Por Edgardo Flores Herrera
Está era puede ser fácilmente declarada como la época del placer. Los tiempos actuales se han caracterizado por una búsqueda impaciente del hombre por la comodidad, de la comida rápida, de lo instantáneo, de los servicios exprés, de los medicamentos que “curan” aflicciones como la depresión, de la preocupación por la figura, del interés por la marca de ropa que se utiliza o por conseguir el auto del año. Esta época, es una época llevada hacia el placer.
Este placer se ha enfocado, o mejor dicho, se ha reducido a un único tipo de sensación: al físico. Vemos por la televisión, escuchamos por la radio, o miramos en los diarios, anuncios de platillos suculentos, camas acojinadas, autos con “GPS”, y todo aquello que brinde confort al hombre y a la mujer actual. Y ahí vamos adquiriendo poco a poco cada uno de estos instrumentos creados para la satisfacción del ser humano moderno. Pero surge ahora la pregunta obligada, ¿esto nos da felicidad?
Una respuesta inmediata pareciera arrojar que sí. Los hombres somos felices adquiriendo estos objetos que nos dan un placer y una comodidad. Pero después de un tiempo, ya no es suficiente. ¡Necesitamos más! Ahora es menester adquirir lo más novedoso, lo que está de moda, lo que nos ahorra esfuerzo. Y nos vamos envolviendo en un círculo que parece nunca acabar. Al final de cuentas, todo esto está reducido a un placer meramente físico.
El ser humano tiene aún la posibilidad de aspirar a dos tipos más elevados de placeres, no tan comerciales ni tan redituables económicamente como el placer físico, pero mucho más profundos y menos efímeros que este primero.
Tomando en cuenta que tenemos una inteligencia mucho más desarrollada que cualquier otro animal en la tierra, que nos caracterizamos por realizar procesos mentales más “evolucionados”; el segundo tipo de placer al cual el hombre aspira, es el placer intelectual. Dicho placer puede ser alcanzado por el hombre, al leer un buen libro, admirar una obra de arte o la naturaleza, analizar las noticias matutinas, tener una charla amena, jugar algún juego de estrategia, reflexionar, filosofar, entre muchas otras. Este segundo tipo de placer no está reservado sólo para los “intelectuales”. Cualquier persona es capaz de disfrutar de este placer. Desgraciadamente la televisión, el internet y diversos medios, cada día nos limitan, nos orillan a no tener contacto con esta oportunidad de disfrutar. Cada vez “pensamos” menos, ¿para qué? Si ahora únicamente con entrar a cualquier buscador y teclear una palabra clave, por ejemplo, amor, instantáneamente, tenemos a nuestra disposición una cantidad impresionante de páginas que abordan el tema. Y ahí vamos, a tomar ideas de otros, para tener una concepción del amor. Y así como este ejemplo, existen de muy diversos temas.
Estamos desaprovechando la oportunidad de poder disfrutar de este tipo de placer, del placer intelectual. De la satisfacción que brinda este tipo de placer. En definitiva, es un placer más profundo, más duradero.
Pero aún resta un tipo de placer más. No únicamente somos seres con cuerpo y mente, también somos personas con espíritu. Y este espíritu humano, donde radica la capacidad de elegir, es decir, la voluntad. El placer espiritual se logra cuando realizamos actos llenos de sentido, de trascendencia; cuando respondemos a nuestra misión en la vida, cuando colmamos de un por qué nuestra vida. ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestra razón de existir? Cuando logramos dirigir nuestra vida en este sentido, es cuando la felicidad se vuelve plena. Este tipo de placer colma por completo la existencia del ser humano.
Obviamente, ni imaginar que la publicidad promocione este tipo de placer, porque no es inmediato, no es de fácil adquisición, no se necesitan dosis continuas ni frecuentes para estar satisfechos. Este placer es únicamente fruto del esfuerzo y de una respuesta afirmativa hacia la vida y hacia la propia misión particular de cada persona.
Edgardo Flores Herrera
Universidad Autónoma de Yucatán
Facultad de Psicología
edgardo.flores1@gmail.com
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2 comentarios
Muchas gracias. Muy buenas reflexiones.
Es muy cierto este mundo es solo buscando el placer a toda costa,regresion de humano a homoerectus…