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Más cuentos y diálogo socrático.

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Más cuentos y diálogo socrático. Un camino de autoexploración.

Los seis sabios ciegos y el elefante.
Cuento popular.

“En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la vista, siendo ciegos y empleando el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes realidades, seres y objetos del mundo. Ninguno de estos sabios había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran.

Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin de saber cómo era dicho ser.

El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente.

El cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la conclusión de que se trataba de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser, valorando que se parecía a un abanico.

Por último el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad el elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocado su lomo.

Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad. Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual podía ver.

Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían estado describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido conocerlo en su totalidad.“

Preguntas de diálogo socrático de Catalina Barberena.

¿Para que necesitas tener la razón?

¿Que puede pasar si escuchas y validas las opiniones de los demás?

¿Cuantos puntos de vista correctos crees que puede haber?

¿Qué pasa si alguien no piensa como tú?

 

La princesa que nunca aprendió a nadar.
Por: Amaia Urquiza

Había una vez una princesa muy caprichosa, había tendido siempre todo lo que quería, y pocas veces se esforzó en resolver sus cuestiones.

La princesa había tenido la oportunidad de aprender a nadar, pero le gustaba más que los pajes del reino  le llevaran en sus botes de remos.

Un día salió de excusión y comenzó una gran tormenta, rayos, truenos…. El agua no paraba de caer, y caer, hasta el punto de que los charcos se hicieron  tan grandes como el mar. Las olas eran enormes, y no veía tierra por ningún lado, de pronto vio un bote del reino que se aproximaba a ella, se esperanzo, pero cuando llego hasta ella vio que el bote estaba viejo, y roto, aun así, quiso subirse, pero el viejo y conocido bote ya no le servía para sostenerle y comenzó a hundirse.

De pronto oyó una voz, era un delfín que le decía princesa tienes que nadar,

La princesa asustadísima le dijo que ella  jamás había nadado y menos aun contra una tormenta así, comenzó a patalear y luchar contra las grandes olas, pero le tiraban hacia abajo. Y cada vez estaba mas agotada y se hundía más y más.

El delfín le dijo, princesa, ¡nada! Y ella le volvió a decir muy enfadada, ¡no sé!!

Llévame tú. El delfín le dijo te puedo llevar hoy, pero en la próxima tormenta tendrás el mismo problema.

¿Cómo que no me vas a ayudar? Sí, pero no como tú quieres, le dijo el delfín.

Deja de luchar princesa, date la vuelta y túmbate boca arriba, cierra los ojos, respira, no hagas nada. Era tanta la desesperación de la princesa… que así lo hizo; se rindió. ¡¡¡Sorprendida vio que flotaba!!! Así princesa, así deja que el agua te lleve, confía en ti y en ella.

Poco a poco la princesa se sintió más y más ligera y se hizo una con el agua.

Las nubes negras comenzaron a despejar, la lluvia paró y salió un precioso arcoíris. Cierra los ojos princesa, respira, huele el olor del mar, siente el aire, el agua, y déjate ir. 

Pasado un rato el delfín le dijo princesa, ya puedes abrir tus ojos. ¡Cuál fue su sorpresa cuando vio que ya estaba en la orilla!

El delfín le dijo: las personas se hunden intentando luchar desde la desesperación, cuando cedes y aceptas, la vida te pone en tu lugar y te muestra siempre el camino.

Preguntas de diálogo socrático:

¿Cuántas veces has puesto la responsabilidad de salvarte en otros?

¿Cuántas veces te aferras a viejos barcos, a viejos patrones que se hunden, que ya no sirven, por miedo a perder tu control?

¿Crees que puedes rendirte a lo que hay y confiar en ti? ¿En tus recursos internos?.

¿Crees que practicando la confianza en ti y en lo que la vida te trae en cada momento puedes aprender más?

¿Puedes aprender a nadar en el mar de la VIDA, soltando, aflojando y avanzando con ella?

¿Qué te ocurre cuando nadas en contra corriente?

 

El Sabio y el Escorpión.

En una ocasión, un sabio que cruzaba un río poco profundo vio a un escorpión ahogándose, luchando por salir del río, al observar esto el sabio sintió compasión por él y se decidió a salvarlo.

Cogió el escorpión en su palma derecha con la intención de colocarlo en una superficie seca, tan pronto como hizo eso, el escorpión lo picó y se apresuró a escapar de la palma de la mano del sabio, cayendo de nuevo al río en donde reanudó su lucha por sobrevivir.

El sabio sentía dolor, pero su mente estaba en calma; al ver que el escorpión podría perder su vida, esta vez usó su mano izquierda para sacar al escorpión del agua, sin embargo, este entró en pánico y lo volvió a picar, y una vez más se escapó de la mano cayendo al agua, reanudando su lucha por salir.

El dolor que tenía era casi insoportable, pero su compasión y determinación eran más grandes que este, así que lo intentó de nuevo, pero esta vez juntó las manos y rápidamente levantó el escorpión dejándolo caer en la tierra antes de que este pudiera reaccionar.

El sabio se sintió regocijado al ver que el escorpión se encontraba finalmente a salvo, ya que había cumplido su propósito de salvar otra vida, “valió la pena el dolor” pensó.

A la distancia, un hombre que estaba observando todo el episodio, se encontraba sorprendido y conmocionado.

El hombre se acercó apresuradamente al sabio y después de pedirle permiso para hablar acerca de la situación y este aceptara, le dijo: “en primer lugar, no creo que sea necesario salvar a un escorpión, ya que no le hace ningún bien a nadie; en segundo lugar, si querías salvarlo por lastima, simplemente podrías haberlo intentado una sola vez ¿por qué razón incluso después de que te picara tan ingratamente persististe en tu esfuerzo por salvarlo?».

El sabio respondió: “el escorpión no me pico por malicia o mala intención, así como la naturaleza del agua es mojarme, también la naturaleza del escorpión es la de picar, no se da cuenta de que lo estoy llevando a un lugar seguro; la verdadera naturaleza del hombre es la de amar y ser compasivo, simplemente actúe conforme a ella».

El hombre se postró a los pies del sabio y expresó su gratitud por la profunda sabiduría.

Preguntas de diálogo socrático de Cecilia Monroy:

¿Qué te recuerdos te trae este cuento?
¿Cómo has respondido a las picaduras de los escorpiones que has encontrado?
¿Cuáles son tus picaduras siendo escorpión?

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