Por: Sandra Barbero
Directora del Instituto Peruano de Logoterapia «Viktor Frankl»

Quizás lo que más escuchamos en los espacios terapéuticos y tenemos que prestar la oreja, es a las personas que sufren de una manera extrema en una relación de pareja. Y ciertamente sabemos que para esto, parece no haber edades. Y nadie está exento, o estará exento (siempre que queramos estar en una relación) de tener que pasar por el gran trabajo de lograr una madurez afectiva, que nos permita este delicado arte de estar en una relación…
Hay estilos afectivos, disfuncionales desde donde uno los mire.
Hay estilos afectivos de algunas personas que llegan a la vida de uno, en distintos roles, que agobian, quitan energía vital (uno quiere tenerlos lejos), confunden emocionalmente, porque quizás nos producen ambigüedades (nos da bronca y pena a la vez) y uno no sabe ni cómo ni por dónde empezar con esa relación.

Amar y ser una víctima ¿es lo mismo?
Todos, cada uno de nosotros estamos llenos de pequeñas locuritas, que ventilamos de vez en cuando, porque nadie es perfecto, no traemos historias perfectas, pero hay personas que tienen actitudes altamente tóxicas, y tenemos que tener cuidado de no caer en la inmolación psicológica por mantener algo que no se sostiene.
Aceptar al otro, es un acto de amor, pero esto no implica “autodestruirme” para hacerte feliz, o para tratar de mantener la ilusión de algo que está dentro de una fantasía, porque en la realidad, las cosas son como son …Si tu felicidad es inversamente proporcional a la mía , algo no funciona bien…

La incompatibilidad existe, no es idea, existe. Lo incompatible tiene que ver con lo inadecuado, incongruente, lo que no tiene sentido. Y ojo que esto no significa que ante la primer tensión, uno huya, esto significa saber ver los extremos, la delicada línea que existe entre lo sano y lo tóxico. Y a veces esto es lo complicado.
Las personas muchas veces no se dan cuenta que solamente una buena voluntad o lindas intenciones no hace que una relación funcione, lo que hace que una relación funcione es saber ver claramente lo que construye y lo que destruye.

¿Quiénes son los mártires en el amor?

Te voy a presentar situaciones que te vuelven mártir, cuando intentas…
• Llevar adelante una relación sana y apacible con alguien que se cree Dios, y solo se quiere a si mismo…( muy egoísta)
• Tener una relación fluida y feliz, con una persona que un día te ama y otro día te abandona.
• Llevar y sostener una relación con alguien que te hostiga y controla hasta el extremo de no poder dar un paso, sin reportarlo…, asfixiante.
• Mantener una relación sólida con una persona que no es capaz de dejar a su amante…
• Entregarte en una relación con alma y vida, cuando estás al lado de una persona que dice que se arrepiente de estar a tu lado, y se arrepentirá el resto de su vida.
No todos, hemos aprendido qué es el amor, de la misma manera. Hay quienes dicen que el amor es “para toda la vida” y esto supone tener que soportar todo lo que venga del otro, incluyendo patología. Otros dicen que uno no tiene que ser un esclavo de nadie, y que si uno no la pasa bien, “calabaza, calabaza , cada uno a su casa”. O sea, te tolero…pero hasta ahí.

El amor, dependerá mucho de lo aprendido, de lo experimentado y de lo vivido .pero también y aquí está el detalle, de la libertad con la que elijo no quedarme en una relación. Una libertad totalmente conectada con la responsabilidad, de saber que hay que moverse para hacer que funcione.
El acto del amor, es un acto hacia fuera , donde AMBOS, debemos desplazarnos para hacer que funcione. AMBOS – AMBOS – AMBOS…

En la relación, cada uno debe hacer su proyecto de vida, no es que solo uno tiene derecho a hacerlo.
Hay un proyecto de vida individual y un proyecto de vida conjunto, que es el de la familia.
El proyecto individual es donde cada uno se despliega en lo personal (intereses, profesión, gustos, preferencias, etc.) y el proyecto conjunto despliega lo que cada uno aporta en la construcción de ese “nosotros” (normas, espacios conjuntos, contención en situaciones difíciles, apoyo mutuo, cuidado del otro, empuje, valoración del otro, etc.) si ambas coordenadas fluyen , funciona y compatibilizamos. Esto implica, la aceptación a la diferencia, pero desde la SINGULARIDAD, esto es lo sano.

Cuando digo TE ACEPTO es porque valoro tu singularidad y tu diferencia. No es que acepto tus rollos sin restricciones, los acepto porque sé que los traes, PERO, trabájalos . Muévete, eso me hará ver, que sí me valoras. Y cambia, no en teoría, en la práctica.
En la intimidad de la relación, en la convivencia en el día a día, las máscaras se caen, nadie puede sostener una máscara mucho tiempo, y allí aparecen las alteraciones, los exabruptos, las ambigüedades, la violencia, los miedos, etc. Y entonces empieza este camino de hacer que funcione.
Tomo prestado algo que leí de Walter Riso en algún momento…
Estamos rodeados de mensajes que tienen que ver con el “perismo”, o sea, bancarse TODO, hasta lo patológico…

“No es expresivo /a PERO, me hace compañía…”
“Es egoísta, PERO no tanto…”
“Es celosa, PERO, la manejo…”
“Es agresivo, PERO a mis hijos nunca le puso la mano…”
“Es infiel, PERO en 20 años solo fueron dos oportunidades”…
“Toma, PERO no se emborracha…”

Estos PEROS, no son más que la justificación a la falta de responsabilidad de hacer algo con el tema. Esto no se trata de AMOR, es autoengañarse, de manera bonita y elegante, para no tener que asumir, o una ruptura, o acciones concretas en relación a lo que me provoca esa situación.
Las decisiones de la permanencia o no en una relación, como todo en la vida, será bajo evidencia. Cuando decidimos , que la relación se está cayendo por algo en particular, es justamente esto : una decisión conjunta, que no será nada fácil afrontar y que significará dialogar, buscar ayuda, dar una, dos, tres, cuatro (y algunas veces más) OPORTUNIDADES para hacer que funcione .

Esto además puede tener un valor agregado, que a veces uno no se da cuenta o no le da la real importancia , están los hijos muchas veces mirando o sintiendo atmósferas de guerras y tensiones, (no hace falta a veces hablar) y en esos aires ellos crecen, contaminados, intoxicados, por dos seres que los han traído al mundo, y que repiten mucho el tema de “lo que más quiero son mis hijos” (una falta de respeto, hacerles vivir estas incongruencias a los hijos.)

Hay que hacer conciencia de que hay batallas que no nos pertenecen, que son del otro, esas batallas nos destruyen o no nos convienen. Y debemos hacer ese análisis exhaustivo y detallista de que a veces no somos para todos, no funcionamos, no nos desplegamos con la persona que tenemos a nuestro lado, por más intentos que se hagan. Hay algo que no se está haciendo bien. O algo que no se quiere ver, o algo que necesita ser reconocido y expuesto (ya sea una problemática, o un padecimiento mental-psicológico o familiar).

A veces forzar algo, es peor, causa más daño, y lastima.
A veces soltar algo, implica mejora, aire, respiro, alivio, tranquilidad y paz.
El amor siempre es un movimiento del espíritu, a veces amar también significa dejar ir.