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Logoterapia dentro y fuera del campo de concentración. Resumen de algunos temas del libro de Alejandro Unikel

Por: María Mónica Pacheco Góngora
Especialidad en Análisis Existencial y Logoterapia. Querétaro.

Capítulo II. Crisis existencial y espiritual

La crisis es un fuerte desarreglo de la vida, lo que estaba en su lugar deja de estarlo. Se le puede reconocer desde cuatro aspectos:

Des-conexión. La persona se desconecta de todo y de todos.
Pérdida del sentido de vida. No hay para qué vivir. La persona no cuenta consigo misma para vivir la situación, no siente compasión de si misma.
Culpa. La persona se siente mal y se siente mal de sentirse mal.
Dolor de vida. Vivir duele, en la crisis se pierde también la esperanza, se distorsiona la percepción de la realidad, de sí mismo, del mundo y aflora lo más negro del pesimismo.

Hay algunos aspectos que favorecen que se de una crisis como: una infancia desafortunada; la pérdida de valores en la sociedad; cuando usamos nuestra libertad para pensar y actuar como queramos sin ejercer la responsabilidad de nuestros actos; la enajenación, la pérdida de la individualidad y del contacto de la persona consigo misma; privilegiar la razón por encima de los sentimientos y de las vivencias; el privilegiar el éxito monetario y social por encima del valor de las personas; tener una espiritualidad distorsionada, mi espíritu me ayuda a buscar la paz, acercarme a mí, tener más fortaleza para responderle a la vida, sobre todo cuando ésta me pone a prueba; no dejar mucho espacio para la alegría en nuestras vidas, sin ella somos presa fácil de los cuestionamientos de la vida; actualmente vivimos una realidad difícil; hay muchos conocimientos pero poca sabiduría, el avance tecnológico ha puesto en nuestras manos la posibilidad de acabar con la raza humana y su hábitat.

Entonces la pregunta obligada sería: ¿Siendo terapeuta, cómo aprovecho el potencial de la persona para ayudarlo en su crisis existencial y espiritual?

La función del terapeuta es de ayudar a la gente a hacerse libre para tener conciencia de sus posibilidades y para ponerlas a prueba. Hay que aprovechar la energía neurótica que existe en el paciente para transformarla en nutriente. Tengo que ayudar a mi paciente a que ponga en marcha la voluntad de sentido y para esto el paciente debe tomar una actitud con sentido frente a la crisis (libertad de la voluntad).
Ayudarlo a contactar con la compasión por sí mismo, por el amor a sí mismo. Desde la compasión puede aceptar sus limitaciones y fallas. Para salir de la crisis existencial es necesario recobrar el merecimiento para ser feliz y la confianza de que puedo responderle a la vida.
Ayudar a la persona a reconectarse consigo misma y con los demás, cuando da lo mejor de sí misma a alguien, se regala lo mejor a sí misma. Este es el círculo virtuoso de la autotrascendencia ya que somos seres en relación.
Ayudarlo también a que no se juzgue severamente, a que no distorsione su imagen, el terapeuta con su actitud puede poner un nuevo espejo, uno lleno de compasión, de aceptación, atención, empatía, paciencia.

Capítulo VI. Sentirme lejos, sentirme cerca de mí

Estar lejos de mí.

Lejos de mí, no contar conmigo mismo, vacío de mí, el de la voz, estar solo respecto a mí = tener que vivir sin el apoyo de mí y muchas veces a pesar de mí.

Frankl afirma que no soy yo el que cuestiona la vida, que es la vida la que me cuestiona a mí. ¿Qué necesito para contestarle a la vida? Antes y sobre todo, me necesito a mí mismo.

Lo que pienso está frecuentemente alejado de lo que realmente quiero y siento, de tal suerte que poner mi voluntad al servicio de la razón, para comprender un asunto emocional, suele no dar resultado y sí frustración e infelicidad. No estamos con nosotros, estamos lejos de nosotros.

Como ser humano tengo la capacidad de observarme. Esto es maravilloso, pero algunas veces es un arma de doble filo, ya que al observarme también me puedo juzgar y ser un juez implacable contra mí. Así también algunas veces me siento alejado de mi cuerpo, lo veo como algo ajeno a mí y entonces me siento ajeno a mí mismo y frecuentemente enemigo de mí mismo. No estamos con nosotros, estamos lejos de nosotros.

Yo contra mí mismo, para vencerme a mí mismo. No estamos con nosotros, estamos lejos de nosotros.

Frankl habla de la necesaria tensión entre el ser y el deber ser (noodinamia). El hombre debe soportar las tensiones de la vida y transformarlas en conductas que le den sentido a su existencia. Esta dinámica parte del espíritu para que la persona apunte siempre hacia su superación.

Sin embargo, para que esta superación sea auténtica, el punto de partida es que la persona se acepte a sí misma como en realidad es, en vez de buscar un «yo ideal» que no corresponde con lo que él es. El verdadero cambio parte de la aceptación de mí mismo, no en su negación.

La no aceptación de lo que realmente soy se expresa en una conducta con exigencias irrealizables para encaminarme hacia un yo cada vez más inaccesible. El yo perfecto.
El resultado a la larga, es la sensación de insatisfacción, derrota, falta de alegría e insuficiencia en la realidad cotidiana. No estamos con nosotros, estamos lejos de nosotros.

La vida fluye y no nos pide permiso. Planeamos nuestra vida muchas veces con la intrínseca convicción de que los eventos ocurrirán como yo los planeo, aunque nos demos cuenta, algunas veces, que la vida nada tiene que ver con nuestros deseos.
Estamos más preocupados por el futuro que por el presente. Creamos el futuro con elementos puramente abstractos, lógicos e inventados.

Tenemos que asimilar la inseguridad a nuestra vida, no como un parche, sino como lago inherente a ella. Solo así podremos recuperar buena parte de nuestra tranquilidad. Lo que tenga que pasar, pasará. Ninguno de nosotros puede empujar el río, el río se mueve solo.

Acercarme a mí.

La vivencia de estar lejos de mí, generalmente se expresa en sentimientos como angustia, tristeza, confusión. Sentirme mal conmigo mismo, no tolerarme y no tolerar a los demás, desesperanza y falta de confianza en el futuro. Cuando me acerco a mí, todas esas expresiones disminuyen o desaparecen, y emergen otros estados de ánimo y una percepción distinta de mí mismo, de los demás y del mundo. Es cuando me percato del milagro de estar vivo, entonces tengo alegría y la puedo generar para los que me rodean, disfruto los pequeños detalles, soy tolerante con los demás y compasivo conmigo. Estar lejos y cerca de mí es como un péndulo, por eso hay que vivir dejando fluir los momentos difíciles y disfrutar y agradecer los tiempos de alegría, paz y bienestar.

El sufrimiento es una presencia inevitable en la vida humana. Vivir el sufrimiento con sentido, con dignidad hace una gran diferencia, que consiste en acercarme a mí. Dar la mejor respuesta posible ante una situación determinada.
«Al hombre se le pude arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante el conjunto de circunstancias – para decidir su propio destino» Frankl.

Escuchar la voz de mi conciencia y estar cerca de mí, son sinónimos. Cuando escucho esa voz me estoy escuchando a mí, a la auténtica persona que soy. Esa voz es mi brújula para orientar mi vivir con lo que verdaderamente soy.

La conciencia no nos descalifica, no nos insulta, nos exige y nos responsabiliza, siempre nos empuja a la acción, al compromiso positivo, a la responsabilidad. La voz del introyecto es generalmente descalificadora y culpabilizadora y os mantiene en una conducta que no nos satisface pero que amortigua la culpa y el miedo.

Cuando me doy cuenta de lo que verdaderamente quiero y necesito, puedo trabajar honestamente con todas las variables involucradas y llegar a decisiones y acciones que representan mi mejor respuesta posible. Esto me hace sentir bien, aunque los resultados de mi esfuerzo no sean los que yo hubiese querido.

Nada nos acerca más a nosotros mismos que la dignidad y nada nos aleja más que la incongruencia, la mentira y la traición hacia nosotros mismos.
Buscar con transparencia hace menos pesada la carga y si lo logramos el disfrute durará más.

Capítulo VIII. Empatía y diálogo socrático

Una de las premisas básicas del trabajo terapéutico es validar la experiencia del paciente, es decir, que lo que él o ella expresa, es su verdad y por tanto incuestionable desde su perspectiva. Este es el principio de la empatía y del encuentro con el otro. Desde esa posición intento conocer, comprender y respetar el mundo de la persona que tengo enfrente, cómo significa el mundo. Soy un invitado a conocer su casa. Pero al entrar al mundo del otro, no debo de dejar de ser yo.

Empatía es también estar con el otro sin juzgarlo, sin prejuicios y sin etiquetas. Así se irá construyendo la relación, lo que no es exclusivamente de uno u otro, sino de ambos, en un terreno cada vez más común. Esta co-construcción se puede hacer a través del diálogo socrático, entendido como un encuentro entre dos individuos, uno de ellos en el papel de ayudante partero y el otro en el de descubridor de sus verdades. El ayudante (el terapeuta) observa, escucha, pregunta, siente, se deja impactar por el descubridor (el paciente) para ir empatizando cada vez más, mejor y más fino. «Si yo estoy creciendo en la terapia es muy posible que mi paciente también, igual lo contrario: si yo no estoy creciendo, lo más probable es que él o ella tampoco.»

El facilitador no induce, manipula o impone su visión, tan sólo promueve el autoconocimiento. El diálogo es la forma propia de la enseñanza socrática en la que el maestro pregunta más que responde.
El método que utiliza Sócrates es la pregunta: en algunos casos, la pregunta simple, en otros una propuesta que interpela al alumno para que le dé una respuesta y un tercer tipo de intervención es la autorrevelación del terapeuta. Cuando se plantea una pregunta simple, toda la responsabilidad del descubrimiento está en el alumno. Cuando es una propuesta, hace patente suposición frente al asunto en cuestión, entonces ambos protagonistas son activos en el descubrimiento de la respuesta que siempre emerge del alumno. En la tercera, el terapeuta plantea una experiencia propia que tiene que ver con el tema y considera que puede ayudarle al paciente.
Un tipo de intervención diferente a las anteriores se podría llamar: completación repetitiva de frases. Se basa en que una misma frase incompleta formulada una, otra y otra vez, y completa con diferentes contenidos cada una de estas veces, conduce paulatinamente a una clarificación cada vez más profunda del asunto en cuestión.

Frankl dice que el diálogo socrático es la enseñanza aprendizaje que utiliza las experiencias tanto del paciente como del logoterapeuta.

Uno de los supuestos básicos en la logoterapia es que, en lo profundo de nuestra dimensión espiritual, sabemos qué clase de personas somos, cuáles son nuestros potenciales y qué es lo más importante y significativo para uno. La empatía es darle al paciente la oportunidad de descubrir lo que sabe, pero que no sabe que lo sabe.

Capitulo XII. El autodistanciamiento

El autodistanciamiento está unido a la libertad del hombre. Incluye tomar posición frente a sí mismo, distanciarse de sí mismo. Es verse a sí mismo, ser consciente de sí y desde esa posición, de observador de sí y del mundo, asumir una actitud libre y responsable sobre los problemas que lo aquejan.

La logoterapia sugiere que el autodistanciamiento nos permite utilizar lo mejor de nosotros mismos, nuestra espiritualidad, para vivir dignamente la experiencia de los embates y sufrimientos inevitables de la vida. No podemos escoger nuestras sensaciones y sentimientos ante lo que nos pasa, pero sí la actitud que tomamos ante lo que nos pasa.

Elisabeth Lukas le llama al autodistanciamiento: «la capacidad de distanciarme de los síntomas». Yo no soy mi síntoma, yo tengo un síntoma y lo más importante, yo soy mucho más que mi síntoma.

Necesitamos aprender a vivir las constantes existenciales inevitables, el punto de partida es no convertirlas en problemas, porque al hacerlo nos encontramos ante la carencia de soluciones y si persistimos en ello nos enfrascamos en una guerra desgastante sin vencedor y un sólo perdedor: nosotros mismos.

Solemos identificarnos con el síntoma, cuando me enojo todo yo soy enojo. No hay una distancia entre mi enojo y yo. Me veo identificado con mi sentimiento y veo el mundo y a los demás a través de ese filtro. En momentos así ayuda retroceder un paso, hacer y decir lo menos posible y alejarse un poco para observar el enojo, hacer contacto conmigo mismo y del entorno y tratar de contextualizar lo que me está pasando. Me alejo por un momento de mi estar psicofísico para ingresar a mi estar espiritual y desde ahí observo lo que me está pasando, mi síntoma: el enojo. Y percatarme desde la distancia de un horizonte más amplio. Lo que observo y aprendo en esta situación es muy distinto de lo que percibo cuando todo mi ser está impregnado de enojo. Observar la situación un paso atrás me permite tener información que con frecuencia transforma el sentimiento.
Cuando la persona está «identificada» no se da cuenta de ello. Va a ver y a interpretar a partir en lo cual se identificó. Si se desidentifica, se autodistancia y así valorará de una forma más adecuada lo que está sucediendo.

En el estado asociado Yo soy Yo. En el estado disasociado (autodistanciado) Yo soy observador de Mí mismo.

El autodistanciarse significa ubicarse e una situación de conciencia autorreflexiva, en donde soy consciente de aquello de lo que soy consciente, a diferencia de estar consciente sin estar consciente de aquello de lo que soy consciente.

El autodistanciamiento es ese estado en el que mi observador observa silenciosamente a mi pensador y puede darse cuenta de la situación prevaleciente a un nivel de conciencia sabio, ecuánime, honesto y trasparente.

El conocer profundo que es la sabiduría, surge en el simple acto de prestar toda tu atención a alguien o algo. La atención es la inteligencia primordial, la conciencia misma.

Estar más en el observador que en el pensador, es la clave del autodistanciamiento. ¿Qué hace el observador?

1.- El observador observa. No juzga, no opina, no compara. Hay un acomodo interno.
2.- El observador se da cuenta. Cuando se da cuenta de este acomodo interno, la persona ve el proceso. Se quita un velo que nos cerraba el paso hacia la comprensión, la elección y la acción. Entonces puede comprender lo que realmente ocurre. Se abre la posibilidad de elegir y de tener una actitud congruente.
3.- El observador siempre está en el aquí y en el ahora. No existe nada que sea real más que en el presente ya que solo en la realidad puedo darme cuenta, elegir y actuar. (El pasado y el futuro son meras ilusiones)
4.- El observador conoce sin saber. Puede captar como testigo lo que está ocurriendo, el conocimiento surge de otra parte que no es la mente. Se activa la intuición que capta totalidades.
5.- El observador no se resiste. Observa aceptando lo bueno y lo malo, bonito o feo, agradable o desagradable. Mientras más capte más elementos tendrá para este conocimiento sabio y sabrá lo que ocurre. Las cosas como son, no como quisiéramos que fuesen. La no resistencia a ver las cosas como son hace que encuentres un equilibrio, suelta las tensiones. Da al darse cuenta una fuerza sanadora. «Acepta y después actúa.» Tolle

Es ser dueño de mí en el mundo. El sentido de la vida es vivirla, recorrerla, dándole raíces a cada momento presente, que es el único que existe.

Opinión personal:

El libro de Unikel me pareció muy interesante y completo. La forma en como aborda los temas hace que sea más fácil el aprendizaje y la compresión de los temas logoterapéuticos. En lo personal el capítulo que más me impactó fue el de estar cerca de mí y estar lejos de mí. Me hizo reflexionar, sobre cuántas veces no he contado comigo y cuántas otras sí y sobre todo el procurar estar cerca de mí, no fallarme, comprenderme. También me gustó la analogía de que la vida es como un río y fluye, no se detiene ni te pide permiso para hacerlo, entonces qué puedo hacer yo para fluir con el río y no solo como un papelito que flota en el agua, sino como ir en un kayak, remando, sorteando las rocas y los rápidos y otras veces dejarnos fluir con él, pero siempre aceptando esa corriente y sabiendo que seguirá fluyendo pero que yo estoy ahí, como protagonista y no como observador de mi propia vida.

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4 comentarios

  1. Que bueno que podamos contar con ustedes, el poder estar actualizados y aprender de muchos de ustedes es una bendición, por lo tanto, así yo podre ayudar a otros!!!!!! , gracias, cuidense Patty

    1. Un gran libro de un muy querido colega Marianne. Él nos dejó su propio legado. Si te interesa conseguir el libro para leerlo completo, lo puedes encontrar en Ediciones LAG.
      Saludos!

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