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Intuiciones educativas de Viktor Frankl

Una reflexión para hoy.

Por: Kitimbwa Lukangakye

INTRODUCCIÓN

En un cuento que Albino Luciani, escribió en septiembre 1973, se puede leer:

Intuiciones educativas de Viktor Frankl

“Un general coreano murió y fue asignado al paraíso. Pero, frente a San Pedro, le pidió visitar el infierno, porque quería hacerse una idea de este triste lugar. “Concedido”, contestó San Pedro. Se agachó a la puerta del infierno y vio una inmensa sala con tantas y largas mesas sobre las cuales estaban platos de arroz cocido, y bien condimentado. Los convidados estaban allí sentados, llenos de hambre y de tristeza, dos frente a cada plato, y uno frente al otro. Pero, para llevar el arroz a la boca disponían – a la manera china – de dos palillos tan largos que, por cuantos esfuerzos hicieran, ni siquiera un grano de arroz llegaba a la boca. Esto era el suplicio, esto era el infierno. “Vi, y me basta”, dijo el general. Regresó a la puerta del paraíso y la pasó. Misma sala, mismas mesas, mismo arroz, mismos palillos largos. Pero, los convidados eran alegres, se reían y comían. ¿Por qué? Porque cada uno, tomaba la comida con los palillos, la metía en la boca del compañero que estaba en frente, y lo lograba muy bien”.

Concluye Albino, citando a Manzoni: “Más que estar bien, se necesitaría pensar en hacer bien, que entonces estaremos todos mejor”. El altruismo transforma los dramas en fuentes de Vida[1].

EL DESARROLLO HUMANO

Desde siempre todos los pájaros de la misma especie construyen sus nidos del mismo modo y con las mismas características. Porque este arte pertenece a su naturaleza. Cuando nace una cría de un pastor alemán, se puede hacer una descripción de lo que será. Nunca podrá tener el comportamiento de un gato. Sería contra su naturaleza. Lo que será está en él desde siempre. No podrá cambiar. Todo lo tiene ya como sellado, plasmado en su intimidad. No es libre. Es algo rígido y fijo.

En cambio, no es lo mismo para un ser humano. Siendo completamente hombre al momento de su nacimiento, existencialmente puede todavía perfeccionar las expresiones de su humanidad. En su estructura, ligada a la Libertad-Responsabilidad, el hombre se constituye siempre, no es algo rígido. Está condicionado a un proceso de crecimiento-maduración-decrecimiento.

El hombre no es algo determinado una vez para siempre. Puede crecer o decrecer, enriquecerse o empobrecerse. En cuanto racional y libre, la persona humana está llamada, en todas las etapas, a seguirse construyendo.

En efecto, el ser humano parece venir demasiado pronto al mundo, en condiciones biológicas notablemente incompletas y precoces. Por ello necesita todavía quedarse otro largo tiempo en el vientre materno social, en el útero social que es su familia o una institución formativa[2]. Ser pobre y de nacimiento prematuro, tiene muchas desventajas frente a otros seres vivientes.

En contraste con otros seres vivientes, la persona humana, pareciendo rico en potencialidades, necesita madurar y aprender lo que le es necesario para su vida. Necesita desarrollarse y llevar a plenitud las múltiples y débiles potencialidades naturales o adquiridas en el curso de la aventura personal, en la participación a la vida comunitaria y en la interacción histórica con su ambiente geográfico y cultural. El ser humano en desarrollo necesita la formación[3].

LA FORMACIÓN

Sin el sustento social de los demás, es difícil que la sola persona humana conduzca a buen puerto sus potencialidades. Necesita la función social de formación.

Del verbo “formar”, la formación quiere decir: dar una buena forma, disponer las partes en una buena unidad, para poder responder a una finalidad. La forma es el principio ordenador de las partes. Es el modo significante de ser, de existir, de presentarse, de relacionarse. La buena forma hace pensar a organización, orden, perfección y madurez, y es una imagen completa que una realidad presenta cuando llega a su madurez, según su especie.

Así que formar a una persona es realizar su forma existencial. La formación que hace nacer a la persona es el proceso a través del cual las potencialidades de una persona van hacia la madurez. Es la actividad de llevar a plenitud lo que inicialmente está presente, pero en potencia, de manera informe, inmadura y desorganizada en la persona.

Formar una persona es ayudarla a expandir sus vitalidades potenciales, dándole la plena y alegre pertenencia a Dios, para el servicio de la humanidad.

LA EDUCACIÓN

Más que un proceso de instrucción escolástica, en su uso etimológico y más antiguo, la educación es la actividad formativa ligada a determinantes figuras y roles particulares (padres, maestros, sacerdotes…) y encargada de formar a individuos de la generación en crecimiento. Es la intervención de una figura que ayuda a otro a crecer.

Hoy la educación se entiende más como la actividad de quién pertenece a la generación en crecimiento, para identificarse con el proceso de crecimiento personal. El educando va tomando siempre más importancia sobre los procesos de crecimiento y sobre las intervenciones de otros[4]. En este sentido, en lugar de poner el acento sobre la asimilación y la adaptación, se insiste sobre el aspecto activo y creativo del sujeto.

La educación es el proceso mediante el cual la persona aprende el arte de ser hombre. Es el arte de hacer hacer hombre a un hombre. Es la creación, en un individuo, de la capacidad de vivir responsablemente, como hombre. La verdadera educación quiere orientar hacia un fin: conferir el sentido humano a todos los aspectos del crecimiento de la personalidad. La educación tiene el rol de dar al hombre la plena posesión de si mismo, ayudándolo a lograr su fin esencialmente humano.

La educación viene de un deseo de responder a las necesidades vitales de crecimiento de uno mismo o de los demás. Puede ser formal o espontánea, funcional o intencional, negativa o positiva, directiva o no directiva… Hay una relación fuerte entre la educación y el contesto (geográfico, histórico, social, político, económico, cultural, religioso… en el que vive la persona.

VIKTOR FRANKL Y LA EDUCACIÓN

Frankl ha siempre tenido confianza en el hombre y en sus poderes humanos. De entre los varios ámbitos de su interés, la Logoterapia reserva una buena atención al problema educativo. Desde joven, Frankl tenía un interés particular acerca de los problemas educativos. Todavía estudiante universitario de 21 años, se compromete a favor de los jóvenes marginados y sin orientación, abriendo en Viena, centros de consulta psicopedagógicos.

Un educador de hoy no puede ignorar la figura de Frankl, sea por la difusión de su pensamiento, sea por su carácter profundamente humano.

DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN

En cada cultura existen realidades que tienen el poder de mantener a la persona en una condición infra-humana, y que interpelan la acción educativa. Son aspectos de la vida, y sobre todo de la condición juvenil, que la educación debe asumir, en su lucha contra la dependencia deshumanizante, la ignorancia de los valores y el vacío existencial. He aquí tres de estos aspectos, según Frankl:

El conformismo. Es cuando la persona renuncia a tomar en manos su propio destino. Superado por los acontecimientos, uno se convence que el mundo puede girar sin él. Y se deja hacer, viviendo al día, contentándose con el nivel más bajo de su humanidad. Para esta persona, no vale la pena comprometerse porque todo es pasajero. Por eso cae en actitudes de masificación y despersonalización, se pierde en la masa y pierde su capacidad de ser libre y responsable.

El colectivismo. La persona ignora la propia personalidad, y ya no se sabe percibir ni percibe al otro como persona.

El fanatismo. Es el hecho de ignorar la personalidad de quien piensa diversamente. La persona se vuelve intolerante, y no reconoce al otro la posibilidad de creer y obedecer a su conciencia. Lo que cuenta para él es sólo su opinión. Esta actitud denota un sentido crítico muy débil. En el fanatismo religioso, la persona, buscando el mismo y único Dios, quiere imponer su propia visión de Él.

Detrás de estas tres actitudes se encuentra el miedo a la libertad-responsabilidad, siendo esta característica lo que hace el hombre, lo que tiene de más noble y de más espiritual. Frankl propone la educación como promoción de la libertad-responsabilidad.

LOS OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN

La educación se fundamenta sobre la libertad-responsabilidad de la persona. Apasionado desde siempre por la libertad responsable del hombre, para él, educar es habilitar a la libertad y a la responsabilidad, medicina constructiva para la humanidad, o sea habilitar a un hombre a manejar humanamente su libertad en términos de responsabilidad. Educar no es dar nuevas informaciones, sino abrir y orientar a la responsabilidad, a la autonomía, a los valores y al sentido de la vida, afinando la conciencia.

Hablando a los norteamericanos que defienden mucho la libertad individual, Frankl les sugirió que después de haber construido la estatua de la libertad en el oriente, había llegado el momento de construir, en el occidente, la de la responsabilidad[5].

Si la libertad va siempre de par con la responsabilidad, esta última es siempre frente a un deber, a alguien (sociedad, conciencia, Dios), por algo (valores, tareas, sentido…) Por ello, educar a la libertad-responsabilidad es orientar el hombre hacia la realización de algo, hacia los ideales que hacen significativa su vida.

Para Frankl, la tarea de la educación no es de transmitir conocimientos y nociones. Es de afinar la conciencia, de manera que el hombre pueda percibir los valores encerrados en las situaciones concretas de la vida. En una época donde los diez mandamientos están perdiendo su validez incondicional, el hombre debe aprender a percibir los diez mil mandamientos que surgen de las diez mil situaciones únicas que forman la vida[6].

De la ética del deber, Frankl invita a pasar a la ética de los valores. En lugar del deber que empuja, es mejor presentar al joven el valor que atrae y hace devenir hombre. Es el valor que da sentido a la vida y al proceso educativo. Y la norma será vista solo como principio y fin del valor que da sentido a la vida. Lo que es bueno será definido como lo que promete y favorece la realización del sentido.

En este sentido, la educación debe entonces conducir a la adquisición de las tres categorías de los valores:

Los valores de creación. Se fundamentan sobre la capacidad del hombre de proyectarse hacia el mundo, los demás y Dios y consiste en lo que el hombre da al mundo ejerciendo su capacidad creativa. Se actualizan en cualquier trabajo. Quien, con sus actividades, no da nada al mundo, no expresa su singularidad, ni la irrepetibilidad de su persona. El resultado será la insatisfacción. Puede hasta perder el sentido de su vida y caer en el vacío existencial que conduce a la apatía. La misma realidad se verifica para el que, o no trabaja, o trabaja demasiado, por el haber y por el éxito. Una buena educación deber ofrecer competencias específicas.

Los valores de experiencia. Consisten en saborear lo que el hombre recibe y toma del mundo, de a fuera, en términos de experiencias de encuentro con la naturaleza (contemplación, arte cultura…) o con otras personas (Amor) El amor es la forma más elevada de estos valores[7]. Para poder realizar un sentido en la vida, el hombre debe ser educado al silencio, a la contemplación, a la amistad…y al amor.  Educar en el amor debe iniciarse temprano, en las relaciones íntimas entre el bebé y su madre.

Los valores de actitud. Cuando la realización de los valores de creación o de experiencia se presenta imposible por causa de una situación inevitable, se puede siempre realizar un sentido para la vida, asumiendo una “actitud” frente a esta situación. Cuando en la vida irrumpen experiencias trágicas, le toca al hombre darles sentido, a pesar de todo. De esta verdad, Frankl es maestro y testigo. En los campos de concentración experimentó el sufrimiento en su propia piel. No se dejó caer por el desánimo, sino que le dio un sentido y salió vencedor.

La educación implica también el saber sufrir y enfrentar el dolor o el fracaso en la vida, como una ocasión de crecimiento y de maduración. La vida nunca nos da problemas, cree Frankl, siempre oportunidades. La educación debe ayudar a asumir una actitud justa frente a un sufrimiento ineluctable. Debe hacer emerger un sentido en lo que se sufre. Sólo con esta condición, la educación se podrá abrir a la libertad interior y a la responsabilidad para responder a las preguntas que vienen de la vida.

INSTRUMENTO EN LA EDUCACIÓN

Como instrumento para el arte de educar, Frankl nos propone la relación humana antes de las técnicas. Ella es el centro, alrededor del cual las diferentes intervenciones educativas se organizan y se integran. La educación es una interacción entre dos sujetos, únicos e irrepetibles. El hombre se hace tal sólo en una interacción con un “tu”. No existe una auténtica educación sino como sala de relación a los valores. Solo la educación relacional se concluye en la madurez de la personalidad[8].

Esta relación – educador-educado – no es cerrada. Está abierta hacia los valores. La libertad, la originalidad, la singularidad, la irrepetibilidad de la personalidad del otro… crean una posibilidad única de sentido. El verdadero encuentro educativo se trasciende a sí mismo. Todo lo demás está subordinado a este encuentro de personas en cualquier situación educativa[9].

Frankl propone que el educador sepa escuchar. En lugar de querer dar todas las respuestas a toda costa, que sepa suscitar preguntas[10]. Los recursos creativos pueden explicarse sólo entre un encuentro Yo – Tu. Es mejor saber comunicar, con toda su vida, que el otro existe y que es amado, por un yo. Nadie pretende cambiar al otro. El otro debe ser aceptado, acogido sin condiciones, como es, en una perspectiva dinámica. Si esto sucede, entonces, cambiamos juntos[11].

Quizás sea esto una de las contribuciones significativas de Frankl a la historia del hombre de hoy y de siempre: dar de nuevo al encuentro un carácter existencial, adecuado al ser humano.

CONCLUSIÓN

Al contrario del profesor, escribe Ruben Alves, “un educador es un fundador de mundos, mediador de esperanzas, pastor de proyectos. No sé como preparar al educador. Tal vez porque no es ni necesario, ni posible… Necesario es, al contrario, despertarlo. Y entonces comprendemos que los educadores no son extintos, (…) Basta que los llamemos de su sueño, con acto de amor y de valor. Y tal vez, despertados, renovaran el milagro de instaurar mundos nuevos”[12].

Y continua: “El educador es el creador de mundos (…) Mundos que se tienen que crear, antes de existir como realidad existe como fantasía de amor (…) E.E. Cummings dice que “mundos mejores no se construyen: nacen”. ¿De donde nacen? El amor es el único poder desde donde las cosas nacen. Aquí está lo que busco de hacer como educador: enseñar el amor. Los teóricos de la educación se burlarán de mí – por que lo que les interesa es la transmisión del conocimiento. No me entusiasma el aumento del conocimiento. Ya conocemos mucho (…)[13].

Existen dos clases de personas: aquellas que dicen sí a la vida, a pesar de los reveses que conlleva y las que dicen no, pese a las cosas buenas que les pasan. La gente que dice sí, se siente usualmente satisfecha y feliz; los que siempre dicen no, por lo general están enajenados, frustrados y vacíos”.[14] Una buena educación ayuda al joven a decir sí a la vida, encontrándole una misión que le da sentido a su vida. Porque “los jóvenes no son vasos que llenar, sino lámparas que encender” (Lorenzo Macario) Ya conocemos demasiado. Educar hoy es, mi parece, ayudar al joven a AMAR, a si mismo, a los demás y a Dios. Me parece que no hay otra manera de DECIR SÍ A LA VIDA que ésta.

[1] Cf. Eugenio Fizzotti, Che senso ha cio che mi accade?, cittá nuova Editrice, Roma, 1996, 60-62

[2] Cf. Polizzi V., L’identitá dell’”homo sapiens”. L’uomo animale a prole inetta, LAS, Roma, 1986; Carlo NANNI, L’educazione tra crisi e ricerca di senso. Un approcio filosofico LAS, Roma, 19902 ,57

[3] Cf. Carlo NANNI, Educazione e scienze dell’educazione. LAS, Roma, 1986, 30

[4] Cf. Carlo NANNI, Educazione e scienze dell’educazione. LAS, Roma, 1986,25-27

[5] Cf. Viktor E. FRANKL, Logoterapia e analisi esistenziale, Brescia, Morcelliana, 21972, 107

[6] Cf. Viktor E. FRANKL, Fondamenti e applicazioni della logoterapia, Torino, SEI, 1977, 72

[7] Cf. Victor E. FRANKL, Un significato per l’esistenza. Psicoterapia e umanesimo, Roma, città Nuova, 21990, 81

[8] Cf. Sabino PALUMBIERI, Antropologia e sessualità. Pressuposti per una educazione permanente, Torino, SEI, 1996, 240

[9] Cf. Viktor E. FRANKL, Logoterapia e analisi esitenziale…, 18

[10] Cf. Elisabeth LUKAS, Dare un senso alla vita. Logoterapia e vuoto esistenziale, Assisi, Cittadella Editrice, 31991, 277

[11] Cf. Eugenio FIZZOTTI – Ignazio PUNZI, Solidarietà come ricerca di senso. Il contributo della logoterapia nella formazione del volontario, Brezzo di Bedero, Edizioni SALCOM, 1994, 69

[12] Ruben Alves, “Cos’é un professore in fin dei conti?” in Mondialitá, marzo, 1999, 48

[13] Ruben Alves, “Pianteró un arbero” in Mondialitá, aprile, 1999, 48

[14] Joseph B. Fabry, Señales del camino hacia el sentido. Descubriendo lo que realmente importa, Ediciones LAG, Colección Sentido, México DF, 2003, 11

Seminario de Educación y Logoterapia con Kitimbwa Lukangakye: https://academia.logoforo.com/courses/porque-todos-somos-educadores-hacia-una-educacion-con-sentido

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