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El sentido y sus implicaciones terapéuticas

Por Dr. Gerónimo Acevedo

Decía el Dr. Ramón Carrillo, Ex ministro argentino de Salud Publica y uno de los más preclaros sanitaristas hace 40 años: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas.” Hoy le agregaría a estas calamidades la falta de proyecto y el “vació de sentido”.

Podríamos homologar esa situación con lo que acontece actualmente en relación al sida, y en el mismo contexto, decir que el HIV es una pobre causa, sin descalificarlo por completo en la etiología (sería un reduccionismo peligroso), pero como la intencionalidad de estudiar e investigar todos los “cofactores” que hacen de la evolución tanto de la infección como del enfermar, incluyendo en éstos al proyecto y a la búsqueda del sentido.

La idea de etiología remite a una manera fotográfica de visualización de la enfermedad donde coinciden en tiempo y espacio factores del huésped y del medio circundante para dar el puntapié inicial a un proceso mórbido. Este enfoque, si bien presenta utilidad operativa en el ámbito investigativo y académico, adolece como toda sobre simplificación, de importantes limitaciones que surgen de colocar a la casualidad como comienzo y el final de todo intento de comprensión del modo humano de enfrentar, olvidado que la complejidad humana tal vez pueda ser entendida de manera mas certera si en lugar de hablar de causa efecto, hablamos de razones y consecuencias.

Es interesante señalar el concepto central que Laura Billiet (1995) desarrolla con el nombre de “identidad sexual en estado de indigencia”, con su correlato psíquico de inmunomelancolía y orgánico de inmunodeficiencia, transformado así al proceso HIV-SIDA en “un trastorno actual de identidad. Dicho planteo, incorpora una visión abarcativa del fenómeno SIDA, ofrece una oportunidad de modificar aplicaciones clínicas prácticas y puede, en función de su enorme fecundidad, constituirse en una fecunda línea de investigación para aclarar uno de los grandes problemas actuales en el SIDA: “los no progresantes a largo plazo”, esto es, infectados que después de 12 o más años no desarrollan la enfermedad.

EL ENFERMAR

Recordemos que la enfermedad es una cualidad algo abstracta, conceptual e inasible, y no puede ser estudiada aisladamente, sino “en el hombre enfermo”, que es el sustentáculo concreto que soporta y recrea. Es impropio, por lo tanto, señalar que tal enfermedad produce tales síntomas; lo propio es decir que cuando un grupo homogéneo de manifestaciones anormales se presenta en varios individuos, llegamos por abstracción (construcción cultural), a creara un concepto al que denominamos enfermedad, y que estas manifestaciones son observables de dicho concepto y no sus causas.

La pregunta de por qué enferma un ser humano hay que integrarla con la de por qué no enferma frente a iguales circunstancias externas (interacción del acontecimiento con la respuesta).

A partir de la visión antropológica de Viktor Frankl, que lo reconoce como un ser bio-psico-espiritual; la enfermedad (lo fáctico) pierde su rol protagónico y se convierte en acontecimiento vital que propone una respuesta al ser humano. Esta maravillosa transformación del concepto de enfermedad que la antropología Frankleana genera, se logra mediante la humanización de su inevitable articulación con otras dos ideas, la de sentido del proceso y la de sentido en el proceso. El enfermar no se agota en su ~ ser proceso ~; es además y primordialmente, sufrimiento y respuesta. El hombre lo recrea a cada instante con el contenido de su respuesta.

Integrando el análisis existencial (“análisis sobre la existencia”) con la búsqueda de sentido en la existencia (logoterapia) abordamos el “modo humano de enfermar”. En él intervienen tanto factores de afuera como la respuesta de adentro, lo que muestra su multidimensionalidad.

Se podría decir que lo que llamamos afuera son los factores condicionantes (por ejemplo la carga genética de la persona, su lugar geográfico de nacimiento, el ámbito sociocultural en el que se desarrolla y crece, etc.) y lo de adentro la libertad del ser no sujeta totalmente a las condicionantes. La participación de lo somático, lo familiar, educacional y social tanto está presente en el desencadenamiento (factor desencadenante), como en la expresión (síntoma) del enfermar humano. Este último, es decir, el modo humano de enfermar, tratará de explicarse como un concepto que articule las distintas parcialidades, acorde con la idea de que el todo (la realidad de la persona en su conjunto) es lo concreto, y el conocimiento de las partes (los síntomas), es lo abstracto. La sabiduría consistirá representando en cada una de las partes y la sabiduría en el trasfondo de la realidad sensible.

Nos referimos al enfermar de un hombre como totalidad. El concepto estático, hombre-enfermo, debe de ser complementado por el dinamismo adscrito de una totalidad dinámica con tendencia prospectiva (telefinalidad, es decir, dirigida hacia un fin (intencionalidad), (“Teología positiva” Víktor Frankl). Lo que supone ver al hombre como proyecto, no como es, sino como puede ser

Cuando más claramente se percibe. el sentido de vida, es precisamente cuando se considera como un dinamismo tendiente a una finalidad. Se trata de un proceso existencial de “ser siendo”, continuo, dinámico, abierto, de un proceso se deviene otro, se deja de ser el/la que se era, para empezar a ser otro/a que todavía no es pero puede ser. El sentido es su propia tarea, la tarea en cada-caso-suya y dado que es una tarea de la que no se puede escapar, por que escapar de ella es escapar del propio Ser, es decir dejar de Ser: como esa tarea es él mismo, por eso llamamos a esa característica del desein su “tener que ser”. El sentido es tener que realizar su propio Ser. Este proceso significa reconocernos como naturaleza-proceso, como proyecto y tarea y a ésta, como la búsqueda de sentido.

Para poder comprender lo estático es necesario relacionarlo con una finalidad, lo que implica una función, o un dinamismo. El sentido en un sistema dinámico, ilumina un evento con referencia al pasado y al futuro. La pregunta sobre el enfermar humano se comprende mejor si se desagrega en otras tres: ~ qué me está pasando ~ (presente), ~ cómo sucedió ~ (pasado), y ~ cuáles serán las –circunstancias-~ (futuro). Pero, a su vez, no dependen sólo de lo que me ocurrió sino que esto se integra con mi respuesta. Cuál es la influencia de mi pasado, cuáles son mis metas, qué debo hacer para dar una respuesta con sentido a la realidad.

“El hombre es hijo de su pasado, pero no esclavo de su pasado, es padre de su porvenir”

LA VIDA

En el juego de naipes que es la vida
cada cual juega lo mejor que sabe
las cartas que le han tocado.
Quienes insisten en querer jugar,
no las cartas que le han tocado,
sino las que creen que debería haberles tocado,
son los que pierden en el juego.
No se nos pregunta si queremos jugar.
No es esa la opción. Tenemos que jugar.

La opción es: cómo.

 

En muchas ocasiones negamos el principio de realidad. Exigimos, que la vida sea como a nosotros nos gusta, como la soñamos, imaginamos, como la idealizamos. Muchas veces nos parece que nos autoafirmamos en la insatisfacción y lamentación, cuando los acontecimientos son distintos a lo que queríamos que fueran, lo cual nos impide crecer, aprender, comprender, no evolucionamos, lo que nos lleva a concebir la vida en un sentido trivial e inauténtico, vacío. La vida no es lo que nosotros queremos que sea, la vida es lo que es. Y es lo que nos es dado cada día. “en la aceptación y el aprendizaje de lo que nos es dado (nos guste o no), está nuestra contribución para mejorar la especie humana” y realizar el sentido. Cualquier respuesta humana que construya sobre una no aceptación de lo dado se convierte en una negación de nuestra personal condición y en una manera solapada de limitar posibilidades de cambio.

Si tenemos que transitar en auto por un camino de piedras desparejo y poceado, una de nuestras tareas podrá ser mejorar el camino, pero otra será mejorar los amortiguadores porque lo que sentimos en el viaje no depende sólo del estado del camino. Dicho de otra manera: si un mismo hecho o suceso produce en distintas personas diferentes reacciones es por que cada una de ellas asume ese hecho dentro de su respectiva comprensión del Ser-en-el mundo.

Se reconoce la influencia del acontecimiento, pero éste, lejos de ser un hecho puntual debe ser analizado en su totalidad histórica cultural, teniendo en cuenta la respuesta de la persona, que está vinculada a su cosmovisión, a su proyecto de vida, a su historia, y a su opción de ser protagonista.

Bajo esta perspectiva desaparece el concepto de acción (trauma)- reacción del individuo, para incorporar una nueva interpretación, la respuesta frente al trauma (físico o psíquico), integrado la dimensión del tiempo con la del espacio. La actitud del ser humano, genera una nueva situación y así sucesivamente. No puede hacerse un diagnóstico estático en base a una acción- una respuesta, sino dinámico de las sucesivas situaciones existenciales que se van presentando en este proceso.

Este dinamismo vinculado a una finalidad, posibilita comprender el efecto preventivo (protofenómeno) y terapéutico que tiene la búsqueda de sentido.

Toda buena forma de prevención consiste en la habilidad y fortaleza para convertir una necesidad en oportunidad, al ser transformados y reestructurados los factores de riesgo, en ocasiones fructíferas de vida. Para lo cual se requiere: atrevimiento, valor y paciencia.

Atrevimiento y valor para poder aventurarse a lo no acometido y emprendido todavía.

Paciencia para poder esperar lo inesperado y no aceptar erróneamente como invariable e inevitable lo conocido hasta ahora.

Ahí donde se juntan la paciencia con el valor, la existencia se convierte en una aventura grandiosa, y el proceso de búsqueda de sentido en el acto creativo, que hace que se forme una nueva vida humana en su verdadero núcleo.

Partiendo de la comprensión del modo humano de enfermar se reconocen los efectos terapéuticos de la búsqueda de sentido, sin embargo debe quedar bien claro:

1- Que la búsqueda de sentido es una característica específica del ser humano como tal, su represión impide el desarrollo humano .Preguntar no significa negar lo que se ignora sino afirmar la búsqueda.

2- La búsqueda de sentido actualiza las potencialidades psicofísicas, pero de ninguna manera puede considerársela una panacea curativa. No es sustitutiva ni de la medicina ni de la psicología. En algunos casos es complementaria, integra, pero no sustituye.

3- La relación del sentido “del proceso” (enfermar) en el sentido “en el proceso” (actitud antropológica existencial) es lo que permite reconocer la dimensión del sentido y sus efectos terapéuticos.

4- La relación del afuera con el adentro como un continuo, como se expresa en la cinta de moebius, sólo es comprendida desde la dimensión del sentido

El afuera “del proceso” está adentro “en el proceso” y el adentro “en el proceso” está en el afuera “del proceso”. De la misma forma que no hay mundo sin hombre, ni hombre sin mundo.

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Un comentario

  1. Pese a lo elevado del lenguaje del doctor Acevedo lo que entiendo es que pese a que el sentido no es la panacea psicoterapeutica si ofrece un modo mas efectivo para abordar la dinamica del que sufre por una enfermedad y tambien como el sentido provee de un efecto preventivo en el area dela salud

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