26 de marzo
Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Viktor Frankl (26 de marzo de 1905) A modo de recuerdo y homenaje, comparto con ustedes esta reflexión personal: EL FRANKL QUE YO CONOCÍ
Por: Claudio García Pintos
Era 1979 y comenzaba mi cuarto año de estudios. Lo inicié dudando de mi proyecto de ser psicólogo. Hasta entonces había recibido una formación fundamentalmente psicoanalítica y yo creía, en mi ingenua concepción, que ser psicólogo era ser psicoanalista. De ser así, no me conformaba ni me veía a mí mismo siéndolo. Por eso, dudaba de seguir adelante.
En medio de esas cavilaciones, que yo creía vocacionales y en realidad eran cosmovisionales, entró al aula la profesora Martha Iglesia. Con mucha calma y una firmeza muy especial en ella, nos propuso leer algunos pasajes de un libro que presentaba a un hombre y su teoría. Inmediatamente reconocí que era eso lo que yo estaba buscando y mis cavilaciones se transformaron en convicciones y mis dudas en certezas. Leer “El hombre en busca de sentido” fue para mí, como lo ha sido y lo seguirá siendo para millones de personas, la primera noticia, el primer encuentro con Víktor Frankl. En la ternura y en la sabiduría de mi querida maestra, Martha Iglesia, al presentar ese texto y ese autor, conocí a un Víktor Frankl humilde. Un hombre magnífico, aportando una obra magnífica, haciéndolo con humildad.
Inmediatamente después, pude leer un texto, a mi gusto, formidable, de Eugenio Fizzotti (“De Freud a Frankl”) En la obra pude comenzar a sistematizar mis primeros conocimientos de Logoterapia y, al mismo tiempo, conocer a un Víktor Frankl científicamente riguroso, fuerte en sus fundamentos cosmovisionales y en sus principios técnicos.
Después de algunos años de lectura permanente de la obra de Frankl y el aprendizaje al lado de Martha Iglesia, pude conocerlo personalmente. En las intensas jornadas vividas en 1985 en Buenos Aires, descubrí a un Víktor Frankl apasionado. Este humilde y riguroso científico, también era un apasionado defensor de la vida, de la persona humana y de todo aquello que personaliza. Especialmente interesado en los jóvenes, vivía en una generosa disposición para recibirlos, responderles inquietudes y alentarlos en proyectos significativos.
En ese mismo tiempo, conocí en Buenos Aires a Guillermo Pareja Herrera, y a través de su texto (“Víktor Frankl. Comunicación y resistencia”), pude empezar a interiorizarme más aún en aspectos personales de Víktor. Entonces, comprendí aún más la íntima relación existente entre su vida y su obra. No es difícil encontrar autores que hayan escrito cosas profundas, impactantes y aún bellas, como lo ha hecho Frankl; pero sí, es raro encontrar autores que vivan a la altura de lo que han escrito. Él honra con su vida, su propia obra. Así, conocí a un Víktor Frankl congruente.
La fortuna quiso que pudiera tener desde 1986 hasta su muerte, un trato epistolar próximo con él. Siendo yo, por entonces, un joven con inquietudes, encontré en él quien las respondiera con paciencia y generosidad. Así, pude conocer, de alguna manera, al Frankl maestro. Dedicado, dispuesto, atento, amable con mis dudas y generoso en sus respuestas.
Y así, a través de otros “intermediarios”, que pudieron transmitirme sus experiencias personales con él, continué conociendo aspectos de Víktor que me siguieron conmoviendo en lo personal. Por ejemplo, a través de mi querido maestro y amigo, el Dr.Ricardo Sardi, pude conocer al Víktor amigo, leal, presente, fraterno. A través de Javier Estrada y Margarita Gandía, pude conocer al Frankl abuelo y padre, cariñoso, divertido, tierno.
Pero el mayor impacto, la aproximación más íntima en el conocimiento de Víktor que he tenido, la he logrado estando en Viena. Pudiendo compartir varias tardes en Mariannengasse 1, con su esposa Elly, creo haber conocido a Víktor más profundamente que nunca antes. Y no ha sido a través del contacto directo con sus pertenencias personales (tan humildes y austeras como él mismo lo era), ni con sus maravillosos archivos personales (tan ricos y generosos como él mismo lo era), sino a través de los ojos de Elly. Porque Víktor vive en esos ojos. Aquellos mismos que lo captaron la mañana en que la joven enfermera le solicitó una cama en su servicio para un paciente y que lo atraparon para nunca más escaparse de ellos. Y allí permanece. Así, pude conocer al hombre amando con una entrega absoluta, al hombre-niño, buscando y necesitando la ternura cómplice y acogedora de su mujer, al hombre-protector, cuidando su casa y su familia, al hombre imponiendo sin violencias, sus tiempos y su ritmo de vida a su dedicada esposa, al hombre divertido y ocurrente, al religioso, al caprichoso y al hombre agradecido por una larga historia de amor. No hay foto ni video, ni documento alguno que pudiera reflejarnos cabalmente a ese Frankl que conocí en los ojos de Elly. Es que solo una profundidad tan vigorosa y vivaz como la de ellos podía captar y reflejar una personalidad tan vigorosa y vivaz como la de Víktor.
Humilde, científicamente riguroso, apasionado, congruente, maestro, amigo leal, abuelo y padre cariñoso y tierno, esposo fiel y amante. Religioso, caprichoso, ocurrente y divertido. Un hombre vigoroso y vivaz. Ese es el Frankl que yo conocí.
